"Ayer estaba crucificado con Cristo, hoy soy glorificado con Él. Ayer había muerto
con Él, hoy estoy vivo con Él”: el Papa en el Vía Crucis
(RV). – (Con audio)
“El mal no
tiene la última palabra sino el Amor, la Misericordia, el Perdón”. Lo dijo el Papa
Francisco en una breve meditación al finalizar el tradicional Vía Crucis en el Coliseo
de Roma, este Viernes Santo, ante la presencia de más de 40 mil personas.
“Dios
- dijo el Papa - ha puesto sobre la Cruz de Jesús todo el peso de nuestros pecados,
todas las injusticias perpetradas por cada Caín contra su hermano, toda la amargura
de la traición de Judas y de Pedro, toda la vanidad de los prepotentes, toda la arrogancia
de los falsos amigos. Era una Cruz pesada, como la noche de las personas abandonadas.
Pesada como la muerte de las personas queridas, pesada porque resume toda la fealdad
del mal”. “No obstante – prosiguió el Santo Padre – es también una Cruz gloriosa
como el alba de una noche larga, porque representa en todo el amor de Dios que es
más grande de nuestras iniquidades y de nuestras traiciones. En la Cruz vemos la monstruosidad
de hombre, cuando se deja guiar por el mal; pero vemos también la inmensidad de la
misericordia de Dios que no nos trata según nuestros pecados, sino según su misericordia.
De frente a la Cruz de Jesús, vemos casi hasta tocar con las manos cuánto somos amados
eternamente; de frente a la Cruz nos sentimos ‘hijos’ y no ‘cosas’ u objetos, como
afirmaba San Gregorio Nacianceno dirigiéndose a Cristo con esta oración:
Si
no existieras tú, oh mi Cristo, me sentiría criatura acabada. He nacido y me siento
disolver. Como, duermo, descanso y camino, me enfermo y me curo. Me asaltan innumerables
afanes y tormentos, gozo del sol y de cuánto fructifica la tierra. Después muero y
la carne se convierte en polvo como la de los animales, que no tienen pecados. Pero
yo, ¿qué tengo más que ellos? Nada sino Dios, si no existieras tú, oh Cristo mío,
me sentiría criatura acabada”.
“Oh nuestro Jesús - prosiguió
el Papa - guíanos desde la Cruz hasta la resurrección y enséñanos que el mal no tendrá
la última palabra, sino el Amor, la Misericordia y el Perdón. Oh Cristo, ayúdanos
a exclamar nuevamente: ‘ayer estaba crucificado con Cristo, hoy soy glorificado con
Él. Ayer había muerto con Él, hoy estoy vivo con Él. Ayer estaba sepultado con Él,
hoy he resucitado con Él’. Finalmente, todos juntos recordemos a los enfermos, recordemos
a todas las personas abandonadas bajo el peso de la Cruz, para que encuentren en la
prueba de la Cruz la fuerza de la esperanza, de la esperanza de la Resurrección y
del amor de Dios.