2014-04-17 17:10:17

En el Espíritu de Aparecida


P. Antonio Grande

Promotores del diálogo social como contribución a la paz


El documento de Aparecida en el número 227, promueve continuar la acción de ecumenismo con quienes compartimos el camino de fe en Cristo.

“La comprensión y la práctica de la eclesiología de comunión nos conduce al diálogo ecuménico. La relación con los hermanos y hermanas bautizados de otras iglesias y comunidades eclesiales es un camino irrenunciable para el discípulo y misionero, pues la falta de unidad representa un escándalo, un pecado y un atraso del cumplimiento del deseo de Cristo: “Que todos sean uno, lo mismo que lo somos tu y yo, Padre y que también ellos vivan unidos a nosotros para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17,21)”.

Además, el número 239 anima a reimpulsar las iniciativas de diálogo con los hombres de nuestros pueblos, particularmente el diálogo interreligioso con quienes adhieren a religiones monoteístas. Es una gracia y un compromiso a integrar en el anuncio de Jesús realizado con mansedumbre y respeto de las convicciones religiosas de los otros.

“El diálogo interreligioso, además de su carácter teológico, tiene un especial significado en la construcción de la nueva humanidad: abre caminos inéditos de testimonio cristiano, promueve la libertad y dignidad de los pueblos, estimula la colaboración por el bien común, supera la violencia motivada por actitudes religiosas fundamentalistas, educa a la paz y a la convivencia ciudadana: es un campo de bienaventuranzas que son asumidas por la Doctrina Social de la Iglesia” (DA 239).

La enseñanza y los gestos del cardenal Jorge Bergoglio en Buenos Aires, como animador de la arquidiócesis comunidad misionera, y, al mismo tiempo, promoviendo y iniciativas de encuentro y diálogo entre personas y grupos sociales y religiosos para aportar al diálogo y la paz social, se reflejó en Aparecida. Ahora, en La alegría del Evangelio número 239 enseña:

“La Iglesia proclama «el evangelio de la paz» (Ef 6,15) y está abierta a la colaboración con todas las autoridades nacionales e internacionales para cuidar este bien universal tan grande. Al anunciar a Jesucristo, que es la paz en persona (cf. Ef 2,14), la nueva evangelización anima a todo bautizado a ser instrumento de pacificación y testimonio creíble de una vida reconciliada. Es hora de saber cómo diseñar, en una cultura que privilegie el diálogo como forma de encuentro, la búsqueda de consensos y acuerdos, pero sin separarla de la preocupación por una sociedad justa, memoriosa y sin exclusiones. El autor principal, el sujeto histórico de este proceso, es la gente y su cultura, no es una clase, una fracción, un grupo, una élite”.

El Papa reafirma el valor de la libertad religiosa de las personas y el derecho a expresar públicamente sus convicciones, y, en el número 257, anima a descubrir los valores de quienes buscan sinceramente la verdad y los dones de Dios.

“Los creyentes nos sentimos cerca también de quienes, no reconociéndose parte de alguna tradición religiosa, buscan sinceramente la verdad, la bondad y la belleza, que para nosotros tienen su máxima expresión y su fuente en Dios. Los percibimos como preciosos aliados en el empeño por la defensa de la dignidad humana, en la construcción de una convivencia pacífica entre los pueblos y en la custodia de lo creado”.

















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