Promotores del diálogo social como contribución a la
paz
El documento de Aparecida en el número 227, promueve
continuar la acción de ecumenismo con quienes compartimos el camino de fe en Cristo.
“La
comprensión y la práctica de la eclesiología de comunión nos conduce al diálogo
ecuménico. La relación con los hermanos y hermanas bautizados de otras iglesias
y comunidades eclesiales es un camino irrenunciable para el discípulo y misionero,
pues la falta de unidad representa un escándalo, un pecado y un atraso del cumplimiento
del deseo de Cristo: “Que todos sean uno, lo mismo que lo somos tu y yo, Padre y que
también ellos vivan unidos a nosotros para que el mundo crea que tú me has enviado”
(Jn 17,21)”.
Además, el número 239 anima a reimpulsar las iniciativas
de diálogo con los hombres de nuestros pueblos, particularmente el diálogo interreligioso
con quienes adhieren a religiones monoteístas. Es una gracia y un compromiso a integrar
en el anuncio de Jesús realizado con mansedumbre y respeto de las convicciones religiosas
de los otros.
“El diálogo interreligioso, además de su carácter teológico,
tiene un especial significado en la construcción de la nueva humanidad: abre caminos
inéditos de testimonio cristiano, promueve la libertad y dignidad de los pueblos,
estimula la colaboración por el bien común, supera la violencia motivada por actitudes
religiosas fundamentalistas, educa a la paz y a la convivencia ciudadana: es un campo
de bienaventuranzas que son asumidas por la Doctrina Social de la Iglesia” (DA 239).
La
enseñanza y los gestos del cardenal Jorge Bergoglio en Buenos Aires, como animador
de la arquidiócesis comunidad misionera, y, al mismo tiempo, promoviendo y iniciativas
de encuentro y diálogo entre personas y grupos sociales y religiosos para aportar
al diálogo y la paz social, se reflejó en Aparecida. Ahora, en La alegría del Evangelio
número 239 enseña:
“La Iglesia proclama «el evangelio de la paz» (Ef 6,15)
y está abierta a la colaboración con todas las autoridades nacionales e internacionales
para cuidar este bien universal tan grande. Al anunciar a Jesucristo, que es la paz
en persona (cf. Ef 2,14), la nueva evangelización anima a todo bautizado
a ser instrumento de pacificación y testimonio creíble de una vida reconciliada.
Es hora de saber cómo diseñar, en una cultura que privilegie el diálogo como forma
de encuentro, la búsqueda de consensos y acuerdos, pero sin separarla de la preocupación
por una sociedad justa, memoriosa y sin exclusiones. El autor principal, el sujeto
histórico de este proceso, es la gente y su cultura, no es una clase, una fracción,
un grupo, una élite”.
El Papa reafirma el valor de la libertad religiosa
de las personas y el derecho a expresar públicamente sus convicciones, y, en
el número 257, anima a descubrir los valores de quienes buscan sinceramente la
verdad y los dones de Dios.
“Los creyentes nos sentimos cerca también
de quienes, no reconociéndose parte de alguna tradición religiosa, buscan sinceramente
la verdad, la bondad y la belleza, que para nosotros tienen su máxima expresión
y su fuente en Dios. Los percibimos como preciosos aliados en el empeño por
la defensa de la dignidad humana, en la construcción de una convivencia pacífica entre
los pueblos y en la custodia de lo creado”.