La comunión fraterna con los enfermos nos abre a la verdadera belleza de la vida humana:
el Papa a cirujanos y oncólogos
(RV).- (se actualizó con video) El Santo Padre recibió esta mañana en el Vaticano
a los participantes al Congreso de la Sociedad Italiana de Cirugía Oncológica, patrocinado
por la Universidad La Sapienza de Roma y el Hospital de San Andrés. “La verdadera
salud es curar a los enfermos integralmente en el cuerpo y en espíritu”, dijo el Pontífice.
“Solamente Cristo da sentido al escándalo del dolor de los inocentes”.
Texto
completo del discurso del Papa
Queridos hermanos y hermanas: les
doy la bienvenida a todos ustedes, que participan en el Congreso de la Sociedad Italiana
de Cirugía Oncológica, patrocinado por la Universidad La Sapienza de Roma y el Hospital
de San Andrés. Recibiéndoles, pienso en todos los hombres y mujeres que ustedes curan
y rezo por ellos.
La investigación científica ha multiplicado las posibilidades
de prevención y cura, ha descubierto terapias para el tratamiento de muchas enfermedades
diferentes. También ustedes trabajan para ello: un compromiso de alto valor, para
responder a las expectativas y a las esperanzas de muchos pacientes en todo el mundo
Pero
para que se pueda hablar de plena salud, es necesario no perder de vista que la persona
humana, creada a imagen y semejanza de Dios, es una unidad de cuerpo y espíritu. Estos
dos elementos se pueden distinguir, pero no separar, porque la persona es una. Así
que incluso la enfermedad, la experiencia del dolor y el sufrimiento, no sólo afectan
la dimensión del cuerpo, sino al hombre en su totalidad. De ahí la necesidad de una
atención integral que tenga en cuenta toda la persona y que, a la atención médica,
vaya también unido el apoyo humano, psicológico y social, la dirección espiritual
y el apoyo a los familiares de la paciente. Por lo tanto, es esencial que los agentes
de la salud "estén guiados por una visión integralmente humana de la enfermedad y
den asimismo un enfoque plenamente humano al paciente que sufre" (Juan Pablo II, Motu
Proprio Dolentium hominum, 11 de febrero de 1985).
La comunión fraterna con
los enfermos nos abre a la verdadera belleza de la vida humana, que también incluye
su fragilidad, para que podamos reconocer la dignidad y el valor de cada ser humano,
sea cual sea su condición, desde la concepción hasta la muerte.
Queridos amigos,
mañana comienza la Semana Santa, que culmina en el Triduo de la Pasión, Muerte y Resurrección
de Jesús. Aquí el sufrimiento humano fue asumido hasta el fondo y redimido por Dios.
Por Dios-Amor. Sólo Cristo da sentido al escándalo del sufrimiento del dolor de los
inocentes. A Él, crucificado y resucitado, también ustedes pueden mirar siempre en
el cumplimiento de su trabajo diario. Y al pie de la Cruz de Jesús encontramos también
la Madre de los Dolores. Ella es la Madre de toda la humanidad, y siempre está cerca
de sus hijos enfermos y enfermos. Si nuestra fe vacila, la suya no. María les sostenga
también a ustedes y a su compromiso de investigación y de acción. Gracias.