Ver con los ojos de Dios es la sabiduría que el Espíritu Santo hace en nosotros en
la intimidad con Dios, Francisco en la catequesis
(RV).- (Con audio. Actualizado con audio catequesis completa y testimonio de peregrinos)
El Espíritu Santo
es la linfa vital del amor de Dios que hace de nuestro corazón su morada. Es el don
de Dios por excelencia que a quien lo recibe comunica diversos dones espirituales,
explicó Francisco Papa en su catequesis sobre el dones del Espíritu de Dios.
El
primero de estos dones –afirmó el Obispo de Roma- es la sabiduría, aquella de Salomón
que no pidió a riqueza, éxito, fama, larga vida sino “un corazón dócil que sepa distinguir
el bien del mal”. La sabiduría es lo que hace en nosotros el Espíritu para que veamos
cada cosa con los ojos de Dios.
Esta sabiduría nace de la intimidad con Dios,
en la cual el Espíritu nos hace contemplativos. Esta sabiduría no es una persona que
sabe todo, sino que sabe cómo actúa Dios, cuando una cosa es de Dios y cuando no es
de Dios. Es una experiencia sobrenatural que hace sentirse siempre con el Señor, entre
sus manos, y compartir su alegría, su paz y su irrefrenable pasión por cada hombre.
Finalmente
el Sucesor de Pedro aseveró que el Espíritu Santo hace que el cristiano tenga el gusto
y el sabor de Dios y preguntó: ¿tiene mi vida el gusto y el sabor de Dios; el sabor
del Evangelio, o es insípida?
(jesuita Guillermo Ortiz – RV).
Traducción
de la catequesis que el Santo Padre pronunció en italiano:
Los dones del Espíritu:
la Sabiduría
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy comenzamos
un ciclo de reflexiones sobre los dones del Espíritu Santo. Ustedes saben que el Espíritu
Santo constituye el alma, la linfa vital de la Iglesia y de cada cristiano: es el
Amor de Dios que hace de nuestro corazón la morada y entra en comunión con nosotros.
El Espíritu Santo siempre está con nosotros, siempre está con nosotros, está en nuestro
corazón.
El Espíritu mismo es "el don de Dios" por excelencia (cf. Jn
4,10), es un regalo de Dios y a su vez comunica a quien lo recibe distintos dones
espirituales. La Iglesia identifica siete, un número que indica simbólicamente plenitud,
integridad; son aquellos que se aprenden en la preparación para el sacramento de la
Confirmación y que invocamos en la antigua oración llamada "Secuencia del Espíritu
Santo". Los dones del Espíritu Santo son sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza,
ciencia, piedad y temor de Dios.
1. El primer don del Espíritu Santo, de acuerdo
con esta lista, entonces es la sabiduría. Pero no se trata meramente de la sabiduría
humana, no, esta sabiduría humana que es fruto del conocimiento y la experiencia.
En las Escrituras se relata que Salomón, en el momento de su coronación como rey de
Israel, había pedido el don de la sabiduría. He aquí que la sabiduría es precisamente
esto: es la gracia de poder ver cada cosa con los ojos de Dios, es simplemente esto,
es ver el mundo, ver las situaciones, las coyunturas, los problemas con los ojos
de Dios. Esta es la sabiduría. Algunas veces nosotros vemos la cosa según nuestro
gusto o según la situación de nuestro corazón, con amor o con odio, con envidia. Y
no, este no es el ojo de Dios. La sabiduría es lo que hace el Espíritu Santo en nosotros
para que nosotros veamos todas las cosas con los ojos de Dios. Es éste el don de la
sabiduría.
2. Y obviamente que este don viene de la intimidad con Dios, de
la relación íntima que nosotros tenemos con Dios, de la relación de hijos con el padre.
Y el Espíritu Santo cuando tenemos esta relación nos da el don de la sabiduría. Y
cuando estamos en comunión con el Señor, el Espíritu Santo es como si transfigurase
nuestro corazón y le hiciera percibir todo su calor y su predilección.
3.
El Espíritu Santo hace entonces al cristiano una persona "sabia". Esto, sin embargo,
no en el sentido de que tiene una respuesta para todo, que lo sabe todo. Una persona
sabia no tiene esto en el sentido de Dios, sino en el sentido de que "sabe" de Dios,
sabe cómo actúa Dios, conoce cuando una cosa es de Dios y cuando no es de Dios; tiene
esta sabiduría que Dios da a nuestros corazones. El corazón del hombre sabio en este
sentido tiene el gusto y el sabor de Dios. ¡Y cuánto es importante que en nuestras
comunidades haya cristianos así! Todo en ellos habla de Dios y se convierte en un
signo hermoso y vital de su presencia y de su amor. Y esta es una cosa que no podemos
improvisar, que no podemos obtener de nosotros mismos: es un don que Dios da a los
que se hacen dóciles al Espíritu Santo.
Y nosotros tenemos dentro, en nuestro
corazón, al Espíritu Santo; podemos escucharlo o, podemos no escucharlo. Si escuchamos
al Espíritu Santo, Él nos enseña este camino de la sabiduría, nos regala la sabiduría
que es ver con los ojos de Dios, sentir con los oídos de Dios, amar con el corazón
de Dios, juzgar las cosas con el juicio de Dios. Esta es la sabiduría que nos regala
el Espíritu Santo, y todos nosotros podemos tenerla. Sólo pídanla al Espíritu Santo.
Pero, piensen en una madre, en su casa, con los niños, que cuando uno hace una cosa,
el otro piensa otra, y la pobre madre va de un lado a otro, con los problemas de los
niños. Y, cuando las madres se cansan y gritan a sus hijos ¿esto es sabiduría? ¿Regañar
a los niños -les pregunto - es sabiduría? Qué dicen ustedes: ¿es sabiduría, o no?
¡No! En cambio, cuando la madre toma al niño y lo regaña dulcemente y le dice: "Pero,
esto no se hace, por eso... ", y se lo explica con tanta paciencia, ¿esto es sabiduría
de Dios? ¡Sí! Eso es lo que nos da el Espíritu Santo en la vida, ¿eh? Luego, en el
matrimonio, por ejemplo, eh, los dos cónyuges -el marido y la mujer- se pelean y
luego no se miran o, si se miran, se miran con la mala cara: ¿esto es la sabiduría
de Dios? ¡No! En cambio, si se dice: "Va, ya pasó la tormenta, hagamos las paces",
y recomienzan a ir adelante en paz: ¿esto es sabiduría? [La plaza: dice sí] Es éste:
es el don de la sabiduría. Que venga a casa, para estar con los niños, con todos nosotros!
Y eso no se aprende: esto es un don del Espíritu Santo. Para ello, tenemos que pedirle
al Señor que nos dé el Espíritu Santo y que nos dé el don de la sabiduría, de aquella
sabiduría de Dios que nos enseña a mirar con los ojos de Dios, a sentir con el corazón
de Dios, a hablar con las palabras de Dios. Y así, con esta sabiduría, vamos adelante,
construimos la familia, construimos la Iglesia y todos nos santificamos. Pidamos hoy
la gracia de la sabiduría. Y pidámosla a la Virgen, que es la sede de la sabiduría,
de este don: que Ella nos dé esta gracia. Gracias.
(Traducción del italiano:
Eduardo Rubió y María Cecilia Mutual – RV).
Texto completo del resumen
de esta catequesis que el Papa Francisco pronunció en nuestro idioma:
Queridos hermanos
y hermanas:
Comenzamos hoy una nueva serie de catequesis dedicadas a
los siete dones del Espíritu Santo. El primer don es el de la sabiduría. Ésta no es
fruto del conocimiento y la experiencia humana, sino que consiste en una luz interior
que sólo puede dar el Espíritu Santo y que nos hace capaces de reconocer la huella
de Dios en nuestra vida y en la historia. Esta sabiduría nace de la intimidad con
Dios y hace del cristiano un contemplativo: todo le habla de Dios y todo lo ve como
un signo de su amor y un motivo para dar gracias.
Esto no significa
que el cristiano tenga una respuesta para cada cosa, sino que tiene como el “gusto”,
como el “sabor” de Dios, de tal manera que en su corazón y en su vida todo habla
de Dios.
También nosotros tenemos que preguntarnos si nuestra vida
tiene el sabor del Evangelio; si los demás perciben que somos hombres y mujeres de
Dios; si es el Espíritu Santo el que mueve nuestra vida o son en cambio nuestras ideas
o propósitos. Qué importante es que en nuestras comunidades haya cristianos que, dóciles
al Espíritu Santo, tengan experiencia de las cosas de Dios y comuniquen a los demás
su dulzura y amor.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular
a los grupos venidos de España, México, Costa Rica, Argentina y otros países.
Invito
a todos a intensificar la preparación espiritual de las próximas fiestas de la Pascua
del Señor, para que la acción del Espíritu Santo produzca en nosotros frutos de verdadera
conversión y santidad. Que Dios los bendiga y muchas gracias.
Voces
de los peregrinos recogidas en la Plaza de San Pedro por el jesuita Guillermo Ortiz: