La tentación es el pan nuestro de cada día, el Papa el viernes
(RV).- (Audio. Actualizado con video) Cuando la presencia
de Dios entre los hombres viene a menos, “se pierde el sentido del pecado” y de esta
manera puede suceder de hacer pagar a otros el precio de nuestra “mediocridad cristiana”.
Lo dijo el Papa Francisco en la homilía de la Misa de la mañana en la Casa de Santa
Marta. Pidamos a Dios, exhortó el Papa, la gracia que en nosotros no disminuya jamás
la presencia “de su Reino”.
Un pecado grave, como por ejemplo el adulterio,
disminuido a un “problema de resolver”. La elección que cumple el rey David, narrada
en la primera Lectura de hoy, se convierte en el espejo ante el cual el Papa colocó
la conciencia de todo cristiano. David se encapricha de Betsabé, mujer de Urías, un
general suyo, se la trajo y envió al marido al frente de batalla, causándole la muerte
y de hecho perpetrando un asesinato. Sin embargo, adulterio y homicidio no lo impresionan
tanto. “David se encuentra ante un gran pecado, pero él no lo percibe como un pecado”,
observó el Pontífice. “No le viene a la mente pedir perdón. Aquello que le viene a
la mente es: ‘¿Cómo resuelvo esto?’”:
“A todos nos puede pasar esto. Todos
somos pecadores y todos estamos tentados y la tentación es el pan nuestro de cada
día. Si alguno de nosotros dijese: ‘Pero yo jamás he tenido tentaciones’, o eres un
querubín o eres un poco tonto, ¿no? Se entiende… En la vida es normal la lucha y el
diablo no está tranquilo, él quiere su victoria. Pero el problema – el problema más
grave en este pasaje – no es tanto la tentación y el pecado contra el noveno mandamiento,
sino cómo reacciona David. Y aquí David no habla de pecado, habla de un problema que
debe resolver. ¡Esto es una señal! Cuando el Reino de Dios viene a menos, cuando el
Reino de Dios disminuye, uno de los signos es que se pierde el sentido del pecado”.
Cada
día, rezando el “Padre Nuestro”, pedimos a Dios “Venga Tu Reino…”, lo que – explicó
el Santo Padre – quiere decir “crezca Tu Reino”. Cuando en cambio se pierde el sentido
del pecado, se pierde también “el sentido del Reino de Dios” y en su lugar – subrayó
el Obispo de Roma – surge una “visión antropológica súper potente”, aquella por la
cual “yo puedo todo”:
“La potencia del hombre en lugar de la gloria de Dios!
Éste es el pan de cada día. Por eso la oración de todos los días a Dios ‘Venga tu
Reino, crezca tu Reino’, porque la salvación no vendrá de nuestras picardías, de nuestras
astucias, de nuestra inteligencia para hacer negocios. La salvación vendrá de la gracia
de Dios y del entrenamiento diario que hacemos de esta gracia en la vida cristiana”.
“El
pecado más grande de hoy es que los hombres han perdido el sentido del pecado”. Francisco
citó esta célebre frase de Pío XII y después dirigió la mirada a Urías, el hombre
inocente mandado a la muerte por culpa de su rey. Urías, dice el Papa, se convierte
entonces en el emblema de todas las víctimas de nuestra inconfesable soberbia:
“Les
confieso, cuando veo estas injusticias, esta soberbia humana, también cuando veo el
peligro de que a mí mismo me suceda esto, el peligro de perder el sentido del pecado,
me hace bien pensar en los tantos Urías de la historia, en los tantos Urías que también
hoy sufren nuestra mediocridad cristiana, cuando nosotros perdemos el sentido del
pecado, cuando nosotros dejamos que el Reino de Dios disminuya… Estos son los mártires
de nuestros pecados no reconocidos. Hoy nos hará bien rezar por nosotros, para que
el Señor nos dé siempre la gracia de no perder el sentido del pecado, para que el
Reino no disminuya en nosotros. También llevar una flor espiritual a la tumba de estos
Urías contemporáneos, que pagan la cuenta del banquete de los seguros, de aquellos
cristianos que se sienten seguros”. (RC-RV)