(RV).- (Audio) Acogido por el calor
del pueblo de Roma, el Papa Francisco, en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción,
esta tarde, siguiendo la peregrinación de sus predecesores, se trasladó a la plaza
de España para el tradicional homenaje a la Inmaculada. Una camino en coche acompañado
por los saludos y la euforia de miles de romanos. El Santo Padre, durante el trayecto,
como en las Audiencias generales, besó a algunos niños. También saludó a los enfermos
que lo esperaban en la plaza España. El acto de devoción a la Inmaculada empezó con
una ofrenda floral por parte del Papa a la que siguió la oración del Pontífice a María
y las letanías de la Virgen.
Ésta ha sido la oración del Santo Padre a
la "Tota pulchra":
Virgen Santa e Inmaculada, a Ti, que eres el
honor de nuestro pueblo y la guardiana atenta que cuida de nuestra ciudad, nos
dirigimos con confianza y amor.
¡Tú eres la Toda Hermosa, oh María ! El
pecado no está en Ti.
Suscita en todos nosotros un renovado deseo de santidad: en
nuestra palabra brille el esplendor de la verdad, en nuestras obras resuene el
canto de la caridad, en nuestro cuerpo y en nuestro corazón habiten la pureza y
la castidad, en nuestra vida se haga presente toda la belleza del Evangelio.
Tú
eres la Toda Hermosa, oh María ! La Palabra de Dios se hizo carne en Ti.
Ayúdanos
a mantenernos en la escucha atenta de la voz del Señor: el grito de los pobres
nunca nos deje indiferentes, el sufrimiento de los enfermos y los necesitados no
nos encuentre distraídos, la soledad de los ancianos y la fragilidad de los niños
nos conmuevan, toda vida humana sea siempre amada y venerada por todos nosotros.
Tú
eres la Toda Hermosa, ¡Oh María! En ti está el gozo pleno de la vida bienaventurada
con Dios
Haz que no perdamos el sentido de nuestro camino terrenal: la suave
luz de la fe ilumine nuestros días, la fuerza consoladora de la esperanza dirija
nuestros pasos, el calor contagioso del amor anime nuestro corazón, los ojos
de todos nosotros permanezcan fijos, allí, en Dios, donde está la verdadera alegría.
¡Tú
eres la Toda Hermosa, oh María! Escucha nuestra oración, atiende nuestra súplica: se
Tú en nosotros la belleza del amor misericordioso de Dios en Jesús, que esta belleza
divina nos salve a nosotros, a nuestra ciudad, al mundo entero.