El Papa exhorta a una asistencia sanitaria para la gente mayor de dignidad y de libertad,
lejos de la cerrazón y la tortura del silencio
(RV).- (audio y video) “Las personas mayores
siempre han sido protagonistas en la Iglesia, y todavía lo son. Y hoy, más que nunca,
la Iglesia debe dar ejemplo a toda la sociedad del hecho de que los ancianos, a pesar
de los "achaques" inevitables, a veces graves, son siempre importantes, es más, son
de hecho indispensables”.
Son las palabras del Papa recibiendo este sábado
a los participantes a la Conferencia Internacional, promovida por el Pontificio Consejo
para los Agentes sanitarios que ha tenido lugar del 21 al 23 de noviembre en el Aula
Nueva del Sínodo del Vaticano bajo el título: “Iglesia al servicio de los enfermos
de edad avanzada: la atención a las personas que padecen enfermedades neurodegenerativas".
Más
allá de cualquier “visión discriminante”, ha dicho el Papa, “la vida humana conserva
siempre su valor a los ojos de Dios. Por ello la gente mayor “participa plenamente
en la misión de la Iglesia” porque ellos llevan consigo “la memoria y la sabiduría
de la vida, para transmitirla a los demás”.
El aumento de la esperanza de vida
señaló el Obispo de Roma comporta también un número creciente de personas que sufre
enfermedades neurodegenerativas, que a menudo va acompañado por un deterioro de las
capacidades cognitivas. Estas enfermedades afectan el mundo socio-sanitario tanto
en términos de investigación, como de asistencia en centros de atención social y en
la familia, que sigue siendo el lugar privilegiado de acogida y cercanía.
“Es
importante el apoyo de ayudas y de servicios adecuados, con el objetivo de respetar
la dignidad, la identidad y las necesidades del paciente, pero también de los que
asisten al enfermo, familiares y agentes profesionales. Esto sólo es posible en un
ambiente de confianza y como parte de una relación de respeto mutuo. Vivida así, la
atención al enfermo se vuelve una experiencia muy rica, tanto profesional como humanamente;
de lo contrario, se vuelve mucho más similar a la simple y fría "protección física".
El Papa ha subrayado que los “ancianos enfermos” son también destinatarios del
mensaje evangélico, a pleno título, gracia a la fuerza del sacramento del bautismo”.
“Se hace necesario, por tanto, comprometerse para una asistencia que, junto
con el modelo biomédico tradicional, se enriquezca de espacios de dignidad y de libertad,
lejos de la cerrazón y silencios…aquella tortura de los silencios. El silencio muchas
veces se transforma en una tortura. Esta cerrazón y silencios que, demasiado a menudo,
rodea a las personas en el campo de la atención sanitaria. En esta perspectiva, quisiera
destacar la importancia del aspecto religioso y espiritual. De hecho, se trata de
una dimensión que sigue siendo viable aún cuando las capacidades cognitivas se reducen
o se pierden. Se trata de poner en práctica una pastoral especial para acompañar la
vida religiosa de las personas mayores con enfermedades degenerativas graves, con
formas y contenidos diversificados, para que, a pesar de ello, sus mentes y sus corazones
no interrumpan el diálogo y la relación con Dios”.