¡Me gusta mucho la imagen de la Iglesia como mamá! reitera Papa Francisco
(RV).- (con audio) La Iglesia es como
una mamá que enseña, protege y reza por sus hijos, en particular por los más necesitados,
recordó esta mañana el Obispo de Roma ante los miles de peregrinos que llegaron a
la Plaza de San Pedro, para la Audiencia General. Volviendo a centrar su catequesis
en el rostro maternal de la Iglesia, destacó tres aspectos, inspirados en lo que hace
una mamá: nos enseña a caminar en la vida, nos protege durante este camino y reza
a Dios por nosotros. La Iglesia dirige nuestra vida, con ternura, discreción como
por ejemplo los Diez Mandamientos, añadió el Papa, invitando a leerlos y a comprenderlos
de forma positiva. Pues son fruto de la ternura de Dios, como la de una mamá por el
bien de sus hijos.
Así como es la fuerza del amor la que ayuda a la Iglesia,
como mamá a acompañar de cerca y con discreción el camino de sus hijos, también cuando
se equivocan, comprendiendo y ayudando. La Iglesia, como mamá no escatima ningún esfuerzo
por cada uno de sus hijos, en especial por los más necesitados, llama a todas las
puertas, y sobre todo con la oración, al ruega al corazón del Señor. Evocando la perseverancia
en la oración de santa Mónica, por su hijo san Agustín, el Papa Francisco se dirigió
a las mamás, alentado a rezarle a Dios por sus hijos, confiando en su gran corazón.
(CdM - RV)
Texto completo de las palabras del Papa en español:
Queridos
hermanos y hermanas: Retomo de nuevo hoy la imagen de la Iglesia como madre
a partir de lo que hace una mamá por sus hijos. En primer lugar, ella con ternura,
afecto y amor les enseña a caminar por el sendero de la vida y sabe orientarlos cuando
se desvían del camino. De igual forma, la Iglesia enseña la senda de la vida a través
de los mandamientos, que son una invitación a no hacer ídolos materiales, a recordar
a Dios, a tener respeto por los padres, a ser honestos, a estar cerca del prójimo…
En segundo lugar, una mamá, a pesar de que sus hijos se hacen adultos, los acompaña
en el camino, y aunque éstos se equivoquen, los comprende, protege y ayuda. Así es
la Iglesia, una madre misericordiosa, que busca ayudar y nunca cierra las puertas
de su casa, sino que ofrece siempre su amor e invita a retomar el camino a quien lo
ha perdido. Por último, una mamá reza y confía sus hijos a Dios, en particular a los
más débiles o necesitados. Lo mismo hace la Iglesia poniendo en las manos del Señor
todas las situaciones de sus hijos; los confía a la fuerza de la oración, en la que
Dios no permanece indiferente. Él sabe siempre sorprendernos. La Madre Iglesia es
consciente de ello.
******************* Saludo a los peregrinos
de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Colombia, Venezuela,
Argentina, México y los demás países latinoamericanos. Invito a todos a ver la Iglesia
como la mamá que indica el camino, que es paciente, misericordiosa, comprensiva y
sabe poner a todos en las manos de Dios. Muchas gracias. Catequesis en italiano
del Papa
Catequesis en italiano
del Papa
(RV).- (audio) En su catequesis
de hoy, el Santo Padre ha insistido de nuevo en la imagen de la Iglesia como una madre
que cuida y orienta con amor a sus hijos. Porque igual que una mamá nos enseña a caminar
en la vida, nos protege con amor durante este camino y reza a Dios por nosotros.
“Una
mamá sabe lo que es importante para que un hijo camine bien en la vida, y no lo ha
aprendido en los libros, sino que lo aprendió de su corazón. La universidad de las
madres es el propio corazón: allí aprenden cómo llevar adelante a sus hijos. ¡Y esto
es hermoso! La Iglesia hace lo mismo: orienta nuestra vida, nos enseña
a caminar por el buen camino. Pensemos en los Diez Mandamientos: nos muestran un camino
por recorrer para madurar, para tener puntos fijos en nuestro modo de comportamos.
Y son el fruto (óiganlo bien eso: son el fruto) de la ternura, del amor de Dios, que
nos los dio a nosotros. Ustedes me puede decir, ¡ pero son órdenes! Son un conjunto
de "no, no, no"! Yo quisiera invitarles a que los lean - tal vez los hayan un poco
olvidado - y luego piénselos en positivo. Verán que tienen que ver con nuestra forma
de comportamos con Dios, con nosotros mismos y con los demás, precisamente todo aquello
que nos enseña una mamá para vivir bien. Nos invitan a no hacernos ídolos materiales
que luego nos esclavizan, a recordarnos de Dios, a respetar a los padres, a ser honestos,
a respetar a los demás...Traten de verlos así y considerarlos como si fueran las palabras,
las enseñanzas, que da la mamá para ir bien por la vida. Una madre nunca enseña lo
que es malo, lo único que quiere es el bien de los hijos, y así hace la Iglesia”.
Luego,
los hijos crecen, se hacen adultos, toman su camino en la vida, se asumen sus propias
responsabilidades y a veces puede que se descarríen de su camino, ha indicado el Papa.
Pero las madres en cualquier situación, tienen la paciencia de continuar acompañándoles.
Las empuja la fuerza del amor. Saben seguir con discreción, con ternura a los hijos
también cuando se equivocan, encuentran siempre el modo de estarles cerca para ayudarles:
“dan la cara por ellos para defenderlos siempre”. Piensen en las madres que sufren
por los hijos que tienen en la cárcel o en situaciones difíciles: no se preguntan
si son culpables o no, continúan amándoles, a menudo sufren por ello humillaciones,
pero no tienen miedo.
“La Iglesia es así, es una madre misericordiosa,
que entiende, que siempre trata de ayudar, de alentar; incluso cuando sus hijos se
han equivocado y se equivocan, no cierra nunca las puertas de la Casa; no juzga, sino
que ofrece el perdón de Dios, ofrece su amor que invita a retomar el camino, incluso
en aquellos hijos que han caído en un profundo abismo, no tiene miedo de entrar en
su oscuridad para darles esperanza”.
Y las madres saben también llamar
a la puerta del corazón de Dios, afirmó Francisco. La madres rezan por su hijos, especialmente
por los más débiles y los que tienen más necesidad, por los que han tomado caminos
peligrosos o equivocados. “Pienso en ustedes, queridas madres:
¡cuánto rezan por sus hijos, sin cansarse! Continúen orando, confíen sus hijos a Dios;
¡Él tiene un gran corazón! Llamen a aquella puerta, al corazón de Dios, con la oración,
por sus hijos. Y lo mismo hace la Iglesia también: porque pone en las manos del Señor,
con la oración, todas las situaciones de sus hijos. Confiemos en el poder de la oración
de la Madre Iglesia: el Señor no permanece insensible. Siempre sabe sorprendernos
cuando menos lo esperamos. ¡Y la Madre Iglesia lo sabe!” (ER RV)