Dios llora por la locura de la guerra, suicidio de la humanidad que mata el amor,
el Papa en su homilía
(RV).- (Con audio) “La guerra es el suicidio
de la humanidad porque mata el corazón y mata el amor”. Es uno de los pasajes de la
homilía del Papa Francisco, durante la Misa celebrada esta mañana en la capilla de
la Casa de Santa Marta.
Participó en esta celebración un grupo de ochenta
personas, compuesto por parientes de militares italianos caídos en las misiones de
paz en los últimos cinco años, en particular en Afganistán, y por algunos militares
heridos en el curso de estas misiones.
Los parientes de los caídos eran cincuenta
y cinco, en memoria de veinticuatro militares y trece heridos, acompañados por algunos
parientes.
El 2 de junio, se celebra en Italia la Fiesta de la República,
“un día significativo” – tal como recordó en su saludo Monseñor Vincenzo Pelvi, Ordinario
Militar para Italia, quien concelebró con el Papa Francisco – en el que el país –
dijo – expresa “una deuda de amor hacia la familia militar”.
“¡El Señor escucha
la oración de todos!”, la de Salomón en el día de la consagración del Templo, pero
también la oración de cada uno de nosotros, dijo el Papa al resaltar, citando también
el episodio evangélico del centurión que le pide a Jesús la curación de su siervo,
“nuestro Dios es así – añadió Francisco – escucha la oración de todos, de todos no
como si fuéramos anónimos, sino la oración “de todos y de cada uno”. “Nuestros Dios
es Dios de lo grande y Dios de lo pequeño; nuestro Dios es personal”, escucha a todos
con el corazón y “ama con el corazón”:
“Nosotros hoy hemos venido a rezar
por nuestros muertos, por nuestros heridos, ¡por las víctimas de la locura que es
la guerra! Es el suicidio de la humanidad, porque mata el corazón, mata precisamente
donde está el mensaje del Señor: ¡mata el amor! Porque la guerra viene del odio,
de la envidia, del deseo de poder, y también - lo vemos tantas veces – de ese afán
por más poder”.
El Obispo de Roma constató que “tantas veces hemos visto
que los problemas locales, los problemas económicos, las crisis económicas”, “los
grandes de la tierra quieren resolverlos con una guerra”:
“¿Por qué? ¡Porque
el dinero es más importante que las personas para ellos! Y la guerra es precisamente
esto: es un acto de fe en el dinero, en los ídolos, en los ídolos del odio, en el
ídolo que te lleva a matar al hermano, que lleva a matar el amor. Me viene a la mente
esa palabra del nuestro Padre Dios a Caín quien, por envidia, había asesinado a su
hermano: ‘Caín, ¿dónde está tu hermano? Hoy podemos oír esta voz: es nuestro Padre
Dios que llora, que llora por esta locura nuestra, que nos dice a todos nosotros:
‘¿Dónde está tu hermano?’; que dice a todos los poderosos de la tierra: ‘¿Dónde está
tu hermano? ¡Qué han hecho!’”
De aquí la exhortación del Pontífice a rezar
al Señor para que “aleje de nosotros todo mal”, repitiendo esta oración “también con
las lágrimas, con esas lágrimas del corazón”:
“‘Dirígete a nosotros, Señor,
y ten misericordia de nosotros, porque estamos tristes, estamos angustiados. Mira
nuestra miseria y nuestra pena y perdona todos los pecados’, porque detrás de una
guerra siempre están los pecados: está el pecado de la idolatría, el pecado de explotar
a los hombres en el altar del poder, y sacrificarlos. ‘Dirígete a nosotros, Señor,
y ten misericordia, porque estamos tristes y angustiados. Mira nuestra miseria y nuestra
pena. Estamos seguros de que el Señor nos escuchará y hará, hará algo para darnos
el espíritu de consuelo. Así sea”.
Al término de la Misa se rezó la “Oración
por Italia”, compuesta por el Beato Juan Pablo II. La comunidad eclesial del Ordinariato
militar regaló al Papa Francisco una obra de artesanía napolitana en terracota realizada
por los maestros de Nápoles, Raffaele, Salvatore y Emanuele Scuotto. Se trata de una
composición que representa a San José Obrero, que muestra los instrumentos del carpintero
al pequeño Jesús, quien sostiene un cesto que contiene los objetos símbolo de la Crucifixión:
los calvos, el martillo y la tenaza.