No compartir con los pobres es robarles y quitarles la vida, Papa Francisco
(RV).- Con un apremiante llamamiento – en nombre de Cristo – a una reforma económica
y ética y a la solidaridad desinteresada, ante una humanidad que vive un momento álgido
de su historia, el Papa Francisco recuerda que el rechazo de Dios lleva a la tiranía
financiera, a una corrupción tentacular y una evasión fiscal egoísta. En su cordial
bienvenida a los nuevos embajadores ante la Santa Sede de Kirguistán, Antigua y Barbuda,
el Gran Ducado de Luxemburgo y Botswana, el Obispo de Roma pronunció un denso discurso
recordando que la crisis ética se debe al rechazo de Dios. Porque la ética lleva
hacia Dios, que está fuera de las categorías del mercado ... La ética -una ética no
ideológica, naturalmente - permite - añadió el Santo Padre - crear un equilibrio
y un orden social más humano. En este sentido, animó a los expertos financieros y
a los líderes gubernamentales de sus países a considerar las palabras de San Juan
Crisóstomo: "No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles
sus vidas. No son nuestros los bienes que poseemos, sino suyos" (Homélie sur Lazare,
1, 6: PG 48, 992D).
«Queridos Embajadores – dijo textualmente el Santo
Padre - sería conveniente realizar una reforma financiera que fuera ética y, a su
vez que comportara una reforma económica saludable para todos. Sin embargo, esto requeriría
un cambio audaz de actitud de los dirigentes políticos. Les exhorto a que afronten
este reto, con determinación y visión de futuro, por supuesto, teniendo en cuenta
la naturaleza específica de sus contextos. ¡El dinero debe servir y no gobernar! El
Papa ama a todos, ricos y pobres; pero el Papa tiene la obligación, en nombre de Cristo,
de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promoverlos. El
Papa insta a la solidaridad desinteresada y a un retorno de la ética en favor del
hombre en la realidad económica y financiera».
Sin olvidar que la Iglesia,
por su parte, siempre trabaja para el desarrollo integral de cada persona. En este
sentido, ella recuerda que el bien común no debe ser una simple suma, un simple esquema
conceptual, de calidad inferior, añadido a la agenda política. La Iglesia anima a
los gobernantes a estar verdaderamente al servicio del bien común de sus pueblos.
Exhorta a los dirigentes de las realidades financieras a tomar en consideración la
ética y la solidaridad. ¿Y por qué no acudir a Dios para inspirar los propios diseños?
Se formará una nueva mentalidad política y económica que ayudará a transformar la
dicotomía absoluta entre lo económico y lo social en una sana convivencia.
(CdM
- RV)
Texto completo del discurso del Papa Francisco:
Señores
Embajadores
Me alegra acogerlos con ocasión de la presentación de las Cartas
que los acreditan como Embajadores extraordinarios y plenipotenciarios de sus respectivos
países ante la Santa Sede: Kirguistán, Antigua y Barbuda, el Gran Ducado de Luxemburgo
y Botswana. Las amables palabras que me han dirigido y que agradezco profundamente,
testimonian que los Jefes de Estado de sus países tienen el anhelo de desarrollar
las relaciones de estima y de cooperación con la Santa Sede. Les agradezco que ustedes
quieran transmitirles mis sentimientos de gratitud y respeto, asegurando mis oraciones
por ellos y por sus conciudadanos.
Señores Embajadores, nuestra humanidad
está viviendo en la actualidad como un momento álgido de su propia historia, teniendo
en cuenta los avances registrados en diversos campos. Debemos alabar los logros positivos
que contribuyen al auténtico bienestar de la humanidad, como por ejemplo en los ámbitos
de la salud, de la educación y de la comunicación. Sin embargo, también hay que reconocer
que la mayoría de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo siguen viviendo en
precariedad cotidiana, con consecuencias funestas. Algunas patologías aumentan, con
sus consecuencias psicológicas, el miedo y la desesperación se apoderan de los corazones
de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos; la alegría de vivir va
disminuyendo; la indecencia y la violencia aumentan; la pobreza se vuelve cada vez
más impactante. Se tiene que luchar para vivir, y, a menudo, para vivir sin dignidad.
Una de las causas de esta situación, en mi opinión, se encuentra en nuestra relación
con el dinero y en nuestra aceptación de su imperio y dominio en nuestro ser y en
nuestras sociedades. De este modo, la crisis financiera que estamos viviendo, nos
hace olvidar que su primer origen se encuentra en una profunda crisis antropológica
¡en la negación de la primacía del hombre! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración
del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32, 15-34) ha encontrado una imagen nueva y despiadada
en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin rostro y sin un objetivo
verdaderamente humano.
La crisis mundial que afecta las finanzas y la economía
parece poner de relieve sus deformidades, y, sobre todo, la grave falta de su orientación
antropológica, que reduce al hombre a una sola de sus necesidades: el consumo. Y peor
aún, el ser humano es considerado hoy como un bien en sí que se puede utilizar y luego
desechar. Esta deriva se verifica a nivel individual y social. Y además ¡es promovida!
En este contexto, la solidaridad, que es el tesoro de los pobres, se considera a menudo
contraproducente, contraria a la racionalidad financiera y económica. Al tiempo que
los ingresos de una minoría van creciendo de manera exponencial, los de la mayoría
van disminuyendo. Este desequilibrio proviene de ideologías que promueven la autonomía
absoluta de los mercados y la especulación financiera, negando de este modo el derecho
de control de los Estados, aun estando encargados de velar por el bien común. Se instaura
una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone de forma unilateral y sin
remedio posible, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y el crédito alejan a los
Países de su economía real y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A todo
ello se añade, una corrupción tentacular y una evasión fiscal egoísta, que han asumido
dimensiones mundiales. El afán de poder y de poseer se ha vuelto sin límites.
Detrás
de esta actitud se encuentra el rechazo de la ética, el rechazo de Dios. ¡Igual como
la solidaridad, la ética molesta! Se considera contraproducente; demasiado humana,
porque relativiza el dinero y el poder; se ve como una amenaza, porque rechaza la
manipulación y el sometimiento de la persona. Porque la ética lleva hacia Dios, que
está fuera de las categorías del mercado. Dios es considerado por estos financieros,
economistas y políticos, como no manejable, incluso peligroso, ya que llama al hombre
a su plena realización y a la independencia de cualquier tipo de esclavitud. La ética
-una ética no ideológica, naturalmente - permite, en mi opinión, crear un equilibrio
y un orden social más humano. En este sentido, animo a los expertos financieros y
a los líderes gubernamentales de sus países a considerar las palabras de San Juan
Crisóstomo: "No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles
sus vidas. No son nuestros los bienes que poseemos, sino suyos" (Homélie sur Lazare,
1, 6: PG 48, 992D).
Queridos Embajadores, sería conveniente realizar una reforma
financiera que fuera ética y, a su vez que comportara una reforma económica saludable
para todos. Sin embargo, esto requeriría un cambio audaz de actitud de los dirigentes
políticos. Les exhorto a que afronten este reto, con determinación y visión de futuro,
por supuesto, teniendo en cuenta la naturaleza específica de sus contextos. ¡El dinero
debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres; pero el Papa tiene
la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres,
respetarlos, promoverlos. El Papa insta a la solidaridad desinteresada y a un retorno
de la ética en favor del hombre en la realidad económica y financiera.
La Iglesia,
por su parte, siempre trabaja para el desarrollo integral de cada persona. En este
sentido, ella recuerda que el bien común no debe ser una simple suma, un simple esquema
conceptual, de calidad inferior, añadido a la agenda política. La Iglesia anima a
los gobernantes a estar verdaderamente al servicio del bien común de sus pueblos.
Exhorta a los dirigentes de las realidades financieras a tomar en consideración la
ética y la solidaridad. ¿Y por qué no acudir a Dios para inspirar los propios diseños?
Se formará una nueva mentalidad política y económica que ayudará a transformar la
dicotomía absoluta entre lo económico y lo social en una sana convivencia.
Por
último, saludo con afecto, a través de ustedes, a los Pastores y los fieles de las
comunidades católicas en sus países. Les insto a continuar su testimonio valiente
y gozoso de la fe y del amor fraternal enseñados por Cristo. ¡No tengan miedo de ofrecer
su contribución al desarrollo de sus países a través de iniciativas y actitudes inspiradas
en las Sagradas Escrituras!
Y en el momento en que comienzan su misión, les
ofrezco, señores Embajadores, mis mejores deseos, asegurando la cooperación de la
Curia Romana para el cumplimiento de su función. Con este fin, de buen grado, invoco
sobre ustedes y sus familias y sus colaboradores, la abundancia de las bendiciones
divinas.