Permanecer estables en la fe con una firme esperanza en el Señor, Francisco en su
homilía
(RV).- (Con audio) Tal como estaba previsto, este V Domingo de Pascua, en el marco
del Año de la Fe, el Papa Francisco confirió, por primera vez, el Sacramento de la
Confirmación a cuarenta y cuatro fieles de todo el mundo en representación de toda
la Iglesia en los cinco continentes. En su homilía de la misa celebrada a las diez
de la mañana en la Plaza de San Pedro, ante 70 mil personas, el Obispo de Roma reflexionó
sobre tres puntos: la novedad de Dios, las tribulaciones en la vida y la firmeza en
el Señor.
De las novedades mundanas, que son todas provisionales, el Papa
dijo que pasan y siempre se busca algo más. Mientras la novedad que Dios ofrece a
nuestra vida es definitiva, y no sólo en el futuro, cuando estaremos con Él, sino
también ahora, porque Dios está haciendo todo nuevo, el Espíritu Santo nos transforma
verdaderamente y quiere transformar, contando con nosotros, el mundo en que vivimos.
Por esta razón el Papa pidió que le abramos la puerta a Dios, que dejemos que Él nos
guíe y que su acción continua nos haga hombres y mujeres nuevos, animados por su amor,
que el Espíritu Santo nos concede.
En su segundo pensamiento el Santo Padre
recordó que el camino de la Iglesia, y también nuestro camino cristiano personal,
no son siempre fáciles, puesto que encontramos dificultades. Y dijo que a pesar de
que seguir al Señor es un camino que encuentra muchos obstáculos, fuera de nosotros,
en el mundo en el que vivimos que frecuentemente no nos comprende, y también dentro
de nosotros, estas tribulaciones forman parte del camino para llegar a la gloria de
Dios, como para Jesús, que ha sido glorificado en la Cruz.
En el último punto
de su homilía Francisco invitó a quienes estaban a punto de recibir la Confirmación,
y a todos, a permanecer estables en el camino de la fe con una firme esperanza en
el Señor. Puesto que aquí está el secreto de nuestro camino. Él nos da el valor para
caminar contra corriente.
Hacia el final de la celebración, dos jóvenes que
recibieron la Confirmación de manos del Papa, un español y una italiana, dirigieron
su saludo a Francisco. Escuchemos lo que dijo Santiago:
Texto completo
de la homilía del Santo Padre:
Queridos hermanos
y hermanas, Queridos hermanos que van a recibir el sacramento de la confirmación:
Quisiera
proponerles tres simples y breves pensamientos sobre los que reflexionar.
1.
En la segunda lectura hemos escuchado la hermosa visión de san Juan: un cielo nuevo
y una tierra nueva y después la Ciudad Santa que desciende de Dios. Todo es nuevo,
transformado en bien, en belleza, en verdad; no hay ya lamento, luto… Ésta es la acción
del Espíritu Santo: nos a trae la novedad de Dios; viene a nosotros y hace nuevas
todas las cosas, nos cambia. El Espíritu nos cambia. Y la visión de san Juan nos recuerda
que estamos todos en camino hacia la Jerusalén del cielo, la novedad definitiva para
nosotros, y para toda la realidad, el día feliz en el que podremos ver el rostro del
Señor, ese rostro maravilloso del Señor Jesús, podremos estar con Él para siempre,
en su amor.
Ven, la novedad de Dios no se asemeja a las novedades mundanas,
que son provisorias, pasan y siempre se busca algo más. La novedad que Dios ofrece
a nuestra vida es definitiva, y no sólo en el futuro, cuando estaremos con Él, sino
también hoy: Dios está haciendo todo nuevo, el Espíritu Santo nos transforma verdaderamente
y quiere transformar, contando con nosotros, el mundo en que vivimos. Abrámosle la
puerta, dejemos que Él nos guíe, dejemos que la acción continua de Dios nos haga hombres
y mujeres nuevos, animados por el amor de Dios, que el Espíritu Santo nos da. Qué
hermoso si cada uno de ustedes noche, pudiera decir: hoy en la escuela, en casa, en
el trabajo, guiado por Dios, he realizado un gesto de amor hacia un compañero, mis
padres, un anciano. ¡Qué bello!
2. Un segundo
pensamiento: en la primera lectura Pablo y Bernabé afirman que “hay que pasar muchas
tribulaciones para entrar en el reino de Dios” (Hch 14, 22). El camino de la Iglesia,
también nuestro camino cristiano personal, no son siempre fáciles, encontramos dificultades,
tribulaciones. Seguir al Señor, dejar que su Espíritu transforme nuestras zonas de
sombra, nuestros comportamientos que no son según Dios, y lave nuestros pecados,
es un camino que encuentra muchos obstáculos, fuera de nosotros, en el mundo en el
que vivimos que frecuentemente no nos comprende, y también dentro de nosotros, en
nuestro corazón. Pero las dificultades, las tribulaciones, forman parte del camino
para llegar a la gloria de Dios, como para Jesús, que ha sido glorificado en la Cruz;
las encontraremos siempre en la vida. No nos desanimemos: tenemos la fuerza del Espíritu
para vencer nuestras tribulaciones.
3. Y así llego
al último punto. Es una invitación que dirijo a ustedes, los que se van a confirmar
y a todos: permanezcan estables en el camino de la fe con una firme esperanza en el
Señor. Aquí está el secreto de nuestro camino. Él nos da el valor para caminar contra
corriente. Escuchen bien jóvenes: ir contra corriente. Esto hace bien al corazón,
pero hace falta valor para ir contra corriente. Y Él nos da esta fuerza. No hay dificultades,
tribulaciones, incomprensiones que nos hagan temer si permanecemos unidos a Dios como
los sarmientos están unidos a la vid, si no perdemos la amistad con Él, si le hacemos
cada vez más espacio en nuestra vida. Esto también y sobre todo si nos sentimos pobres,
débiles, pecadores, porque Dios da fuerza a nuestra debilidad, riqueza a nuestra pobreza,
conversión y perdón a nuestro pecado. Es tan misericordioso el Señor que siempre si
vamos a Él nos perdona. Confiemos en la acción de Dios. Con Él podemos hacer cosas
grandes y nos hará sentir el gozo de ser sus discípulos, sus testigos. ¡Apuesten por
los grandes ideales, por las cosas grandes, nosotros los cristianos no hemos sido
elegidos por el Señor para las cosas pequeñas, vayan siempre más allá, hacia las cosas
grandes, jóvenes, juéguense la vida por grandes ideales!
Novedad de
Dios, tribulaciones en la vida, firmes en el Señor. Queridos amigos, abramos de par
en par la puerta de nuestra vida a la novedad de Dios que nos concede el Espíritu
Santo, para que nos transforme, nos fortalezca en las tribulaciones, refuerce nuestra
unión con el Señor, nuestro permanecer firmes en Él: ésta es una verdadera alegría.
Así sea.