Os suplico que continuéis rezando por mí y por el próximo Papa
(RV).- (Con audio) Al rezar a mediodía
el penúltimo ángelus dominical de su pontificado, Benedicto XVI reflexionó con los
miles de fieles y peregrinos de todo el mundo, que se dieron cita en la Plaza de San
Pedro, sobre este tiempo de Cuaresma, en que invitó a pedir a Dios que la contemplación
de los misterios de su pasión, muerte y resurrección, nos ayude a seguir al Señor
más de cerca.
Al destacar que en el primer domingo de Cuaresma cada año se
proclama el Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto, el Obispo de Roma
explicó que como nos enseñan los Padres de la Iglesia, las tentaciones forman parte
del “descenso” de Jesús a nuestra condición humana, al abismo del pecado y de sus
consecuencias. Un “descenso” que Jesús recorrió hasta el final, hasta la muerte de
cruz y hasta el infierno de la extrema lejanía de Dios. Mientras Él es la mano que
Dios ha tendido al hombre, a la oveja perdida, para salvarla.
Y como enseña
San Agustín, el Sucesor de Pedro afirmó que Jesús ha tomado de nosotros las tentaciones,
para darnos su victoria. Por esta razón pidió que “no tengamos miedo de afrontar,
también nosotros, el combate contra el espíritu del mal”. Porque lo importante es
que “lo hagamos con Él, con Cristo, el Vencedor”. Y para estar con Él, Benedicto XVI
sugirió que nos dirijamos a su Madre, María, que la invoquemos con confianza filial
en la hora de la prueba, porque ella nos hará sentir la poderosa presencia de su Hijo
divino, “para rechazar las tentaciones con la Palabra de Cristo, y de este modo volver
a poner a Dios en el centro de nuestra vida”.
El Papa también agradeció las
oraciones y muestras de afecto que durante estos días los fieles de todo el mundo
le han demostrado. Y pidió que sigan rezando por él y por el nuevo Papa. En sus saludos
a los numerosos peregrinos procedentes de América Latina y de España, Su Santidad
les dijo:
Saludo cordialmente
a los peregrinos de lengua española, en particular al grupo del Colegio sacerdotal
argentino de Roma. En esta Cuaresma pidamos al Señor que la contemplación de los misterios
de su pasión, muerte y resurrección nos ayude a seguirlo más de cerca. Al mismo tiempo,
de corazón agradezco a todos su oración y afecto en estos días. Os suplico que continuéis
rezando por mí y por el próximo Papa, así como por los Ejercicios espirituales, que
empezaré esta tarde junto a los miembros de la Curia Romana. Llenos de fe y esperanza,
encomendemos la Iglesia a la maternal protección de María Santísima. Muchas gracias.
Texto
completo de la alocución de Benedicto XVI a la hora del ángelus dominical:
Queridos
hermanos y hermanas: el miércoles pasado, con el tradicional Rito de las Cenizas,
hemos entrado en la Cuaresma, tiempo de conversión y de penitencia en preparación
a la Pascua. La Iglesia, que es madre y maestra, llama a todos sus miembros a renovarse
en el espíritu, a re-orientarse decididamente hacia Dios, renegando el orgullo y el
egoísmo para vivir en el amor. En este Año de la fe, la Cuaresma es un tiempo favorable
para redescubrir la fe en Dios como criterio-base de nuestra vida y de la vida de
la Iglesia. Esto implica siempre una lucha, un combate espiritual, porque el espíritu
del mal, naturalmente, se opone a nuestra santificación, y trata de hacernos desviar
del camino de Dios. Por esta razón, en el primer domingo de Cuaresma se proclama cada
año el Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto.
En efecto, Jesús,
después de haber recibido “investidura” como Mesías – “Ungido” de Espíritu Santo –
en el bautismo en el Jordán, fue conducido por el mismo Espíritu al desierto para
ser tentado por el diablo. En el momento en que inicia su ministerio público, Jesús
debió desenmascarar y rechazar las falsas imágenes de Mesías que el tentador le proponía.
Pero estas tentaciones también son falsas imágenes de hombre, que en todo tiempo insidian
la conciencia, disfrazándose como propuestas convincentes y eficaces, e incluso buenas.
Los evangelistas Mateo y Lucas presentan tres tentaciones de Jesús, que se diversifican
parcialmente sólo por el orden. Su núcleo central consiste siempre en instrumentalizar
a Dios para los propios fines, dando más importancia al éxito o a los bienes materiales.
El tentador es falso: no induce directamente hacia el mal, sino hacia un falso bien,
haciendo creer que las realidades verdaderas son el poder y lo que satisface las necesidades
primarias. De este modo, Dios se vuelve secundario, se reduce a un medio, en definitiva
se hace irreal, no cuenta más, desvanece. En último análisis, en las tentaciones está
en juego la fe, porque Dios está en juego. En los momentos decisivos de la vida, pero
si vemos bien, en todo momento, nos encontramos frente a una encrucijada: ¿Queremos
seguir al yo o a Dios? ¿Al interés individual o al verdadero Bien, lo que realmente
es bien?
Como nos enseñan los Padres de la Iglesia, las tentaciones forman
parte del “descenso” de Jesús a nuestra condición humana, al abismo del pecado y de
sus consecuencias. Un “descenso” que Jesús recorrió hasta el final, hasta la muerte
de cruz y hasta el infierno de la extrema lejanía de Dios. De este modo, Él es la
mano que Dios ha tendido al hombre, a la oveja perdida, para salvarla. Como enseña
San Agustín, Jesús ha tomado de nosotros las tentaciones, para darnos su victoria.
Por tanto, no tengamos miedo de afrontar, también nosotros, el combate contra el espíritu
del mal: lo importante es que lo hagamos con Él, con Cristo, el Vencedor. Y para estar
con Él dirijámonos a la Madre, María: invoquémosla con confianza filial en la hora
de la prueba, y ella nos hará sentir la poderosa presencia de su Hijo divino, para
rechazar las tentaciones con la Palabra de Cristo, y de este modo volver a poner a
Dios en el centro de nuestra vida.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
Saludos
del Papa en otras lenguas, después del Ángelus
(RV).- Una vez más,
después del rezo del Ángelus, el Papa saludó a los peregrinos en distintas lenguas.
Benedicto XVI recordó a los peregrinos franceses que comenzó la Cuaresma, que “es
una invitación a dar más tiempo a Dios en la oración, la lectura de su Palabra y a
través de los sacramentos”. “Con el ayuno -recordó el Papa- aprendemos a no descuidar
el verdadero alimento, el espiritual, para resistir a las tentaciones de la indiferencia
y el descuido, el egoísmo y el orgullo de dinero y poder. Reflexionemos cómo Jesús
venció las tentaciones y pidámosle la fuerza para luchar contra el mal. Que la Cuaresma
sea para cada uno de nosotros el camino de una verdadera conversión a Dios y un intenso
momento de compartir nuestra fe en Jesucristo! Gracias por sus oraciones. Le pido
que me acompañen espiritualmente durante los ejercicios espirituales.
En su
saludo a los fieles de lengua inglesa, el Papa les señaló que “hoy contemplamos a
Cristo en el desierto, ayunando, rezando y siendo tentado. Al comenzar nuestro camino
cuaresmal, nos unimos a Él y le pedimos que nos dé fuerza para luchar contra nuestras
debilidades. También quiero darles las gracias por las oraciones y el apoyo que me
han brindado en estos días”.
En su cálido saludo a los peregrinos de lengua
alemana, el Santo Padre dijo que “el hombre a menudo se siente indigno y necesitado
cuando se encuentra ante Dios. Pero el Señor viene siempre al encuentro del pecador
y lo renueva. Busquemos siempre el encuentro con el Señor, del cual podemos sacar
el sustento y guía para nuestra misión en el mundo. Les doy las gracias por las muchas
pruebas de su lealtad y por sus oraciones durante estos días. Recen por mí y la Curia
Romana, en particular en la próxima semana de Ejercicios. Que el Espíritu Santo nos
acompañe a todos, en nuestro viaje espiritual en esta Cuaresma”.
“Querido pueblo
polaco, saludo cordialmente a todos los que participan en esta oración del Ángelus.
Muchas gracias por su apoyo en la oración y la cercanía espiritual en estos días particulares
para la Iglesia y para mí”. Palabras también emocionadas del Papa en su saludo en
lengua polaca. “En el evangelio de hoy -dijo- contemplamos a Jesús tentado por Satanás
en el desierto. Alentados por la gracia del Hijo de Dios, luchemos contra el mal,
para romper con el pecado y para servir a Dios. Me encomiendo a sus oraciones durante
los Ejercicios Espirituales en el Vaticano.
Por último, el Papa dedicó un cordial
saludo a los peregrinos de lengua italiana. “Gracias por haber venido en tan gran
número! También éste es un signo del afecto y de la cercanía espiritual que me están
mostrando en estos días. Benedicto XVI ha saludado al alcalde y al Municipio de Roma
presentes en la plaza de san Pedro y dio las gracias a todos los habitantes de esta
querida ciudad. El Papa ha saludado también a los peregrinos de otras diócesis italianas.
“Esta noche voy a empezar la semana de los Ejercicios Espirituales: mantengámonos
unidos en la oración”. (ER - RV)